martes, 8 de septiembre de 2009

Cerebros artificiales del futuro, nanotecnología

En pleno siglo XIX pensar en nanotecnología es aún motivo de asombro, y ni que hablar si pensamos en las potencialidades que este tipo de tecnología a escala posee. Científicos de la Universidad de California del Sur lo tienen bien claro, y teniendo en cuenta ello se han lanzado a cumplir un objetivo más que hazañoso: construir el primer cerebro artificial.
Echando mano de la nanotecnología, este grupo de intrépidos investigadores se encuentra trabajando con nanotubos de carbono, materia prima fundamental para la creación de este cerebro sintético, el cual debe tomar como modelo las conexiones entre neuronas y los inputs y outputs que se llevan a cabo entre ellas para así poder emular los estímulos que recibe y genera el cerebro.
¿Pero cuán probable es la consecución de esta proeza de descomunales dimensiones? Alice Parker, una de las científicas involucradas en la investigación es consciente de que todo está aún en fases preliminares, pero también de que los objetivos están hechos para cumplirse. Refiriéndose al mapeado de la comunicación inter-neuronal Parker sostiene: “Es un fenómeno no lineal y casi imposible de modelar, pero eso es lo que estamos intentando hacer”.
Utilizando modelos de circuitos de nanotubos de carbono los investigadores intentarán modelar porciones de neuronas, e incluso ya han conseguido modelar una neurona arquetípica, incluyendo sus sinapsis inhibitorias (PIPS) y excitatorias (PEPS). A través del modelado de varias neuronas los científicos procurarán crear un circuito de nanotubos de carbono funcional que conecte pequeños grupos de neuronas.
¿Y por qué los nanotubos? Este material, muy utilizado en desarrollo de nanotecnología, es ideal para este tipo de usos, pues al tener una estructura tridimensional permite que la conectividad se dé en todas las direcciones y en todos los planos. Sin embargo, su aplicación en el organismo humano aún deja dudas y abre polémicas, pues su naturaleza invasiva puede invadir tejidos y generar lesiones y cáncer.
Alice Parker y Chongwu Zhou, los dos coautores de este proyecto trabajan todavía en el modelo matemático de este cerebro del futuro. Sin embargo, tienen claro que con ello no pueden llegar lejos si no trabajan en la plasticidad de este órgano artificial, o sea la adaptación y aprendizaje ante los cambios: su plasticidad.
¿Resultados? Promesas por ahora, nada más; no obstante el trabajo está enfocado en una dirección definida, y los investigadores parecen optimistas en cuanto a resultados. ¿Las cuestiones éticas? Esas vamos dejándolas para después, cuando la investigación esté más avanzada. Por ahora continuemos hablando de narices artificiales y de corazones artificiales

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