Están programados para adaptarse a distintas situaciones
Aprenden de su propia experiencia y reaccionan ante los movimientos y expresiones de su interlocutor
Algunos tienen formas de animales
GABRIELA ALLMIKismet mira directo a los ojos de Cynthia Breazeal, su mamá. Es un robot tierno y sentimental. Su rostro no puede disimular sus emociones. Reacciona ante los movimientos de esta investigadora del laboratorio de Inteligencia Artificial del Massachusetts Institute of Technology (MIT).Este compendio de metal, cables y chips inteligentes abre los ojos como dos platos, levanta las cejas y mueve la boca como esos dibujitos animados que tiemblan de miedo. Eso es lo que le pasa a Kismet cuando Cynthia agita velozmente un resorte enorme de plástico naranja con el que suelen jugar. Kismet le hace una caída de ojos a su madre y entrenadora. Y le comunica que está cansado. Sensible como él solo, si se lo sobreestimula, Kismet se estresa. Necesita echarse una siesta para reponer energías. Una vez que descansa y sus circuitos se equilibran, ya está listo para volver a la carga.En este laboratorio pude construir robots con habilidades sensoriales y grados de libertad similares a los animales -cuenta Breazeal-. Kismet está programado para adaptarse a ambientes diversos y reaccionar frente a estímulos visuales (como el rostro de su interlocutor o un juguete). Mi software está inspirado en el cerebro y el sistema nervioso central de animales.Antes de concebir a Kismet, Breazeal probó suerte con criaturas artificiales menos sofisticadas y de inteligencia menos desarrollada. Así nació Attila, una araña cibernética que exhibió sus habilidades en una exposición del Museo Smithsoniano del Aire y el Espacio.Kismet es un robot bebé. Una criatura que aprende de su propia experiencia. Fue diseñado para crecer de la mano de su creadora: La idea era imitar la relación entre madre e hijo, explica Breazeal. Así como los adultos ocupan un rol activo en el desarrollo de los chicos, Cynthia se ocupa de que Kismet crezca poco a poco y día tras día. Este robot con orejas puntiagudas y ojos saltones es parte de un megaproyecto desarrollado por un equipo de ingenieros, psicólogos y expertos en informática del MIT. Su objetivo es investigar la inteligencia humana y sus aplicaciones técnicas. Para eso crean estos aparatos con forma humana. O por lo pronto con cabeza. De hecho, Kismet es sólo un rostro sesudo que se da vuelta si detecta que Cynthia entra en su cuarto. Sonríe, se asusta, se sorprende.El punto de partida de Breazeal es cómo se comunican los niños hasta los 6 meses, lo que se conoce como protolenguaje. Mi intención es que Kismet aprenda este tipo de lenguaje, gracias al contacto con su cuidador. Que pueda expresar sus necesidades, comenta Breazeal. Este objetivo es parte del interés personal de la investigadora por crear máquinas con inteligencia social capaces de interactuar con seres humanos de una manera natural.Según el ingeniero Raimundo D Aquila, director del Laboratorio de Inteligencia Artificial del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) el gran paso del proyecto del MIT es, justamente, que las criaturas artificiales aprendan como lo hace un ser humano. Pienso que ese es el camino. Imitar la inteligencia humana.¿Por qué la forma humana? Los autores de este proyecto aseguran que la razón no es caprichosa. Lejos de pretender emulaciones superficiales, mi tesis es que un robot artificial debe lucir como un ser humano para que pueda interactuar con ellos de igual a igual, dice Brooks, profesor de Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación, y director del Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT.Y D Aquila coincide con Brooks: Si la naturaleza hizo al hombre de determinada manera es porque esa figura permite resolver problemas. Esta es una forma muy adecuada a nuestro medio ambiente. Y predice: Los humanoides tendrán un lugar importante en el siglo que viene.Aunque todavía les falta recorrer un largo camino para moverse, pensar y sentir como Los Supersónicos, esos dibujitos animados que hicieron furor en los años 60, los robots que está dando a luz el laboratorio bostoniano conforman una familia cibernética. El hermano mayor de Kismet ya es casi un adolescente. Cog también fue diseñado para aprender con dedicación y tiempo, como las personas. Pero su torso está más desarrollado.Todos los sentidosCualquiera podría considerar que Cog es una colección de sensores y chips que trata de imitar la dinámica sensorial y motriz del cuerpo humano -dice Brooks, orgulloso de su retoño-. Excepto por las piernas y por una espina dorsal más flexible, un mayor grado de libertad motora en el tronco, la cabeza y los brazos; el resto está ahí. Vista tiene, a través de videocámaras. Oído y tacto están en pleno proyecto. El sistema propioceptivo (relacionado con la conciencia que tiene el robot de sus propias articulaciones) ya está terminado. El sistema vestibular (regula el equilibrio) también está cerca de su último capítulo. Las manos se están creando en este preciso momento. Y una tecnología de vocalización está en proceso.Tal vez cuando Cog y Kismet sean grandes se ocupen de cuidar y entretener -como niñeros- a los hijos de Cynthia y de Rodney y les devuelvan el favor.COLABORO VANESA MOLINUEVO
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